
Adoro las películas que tocan el tema de la literatura de una u otra forma. Me gustan muchísimo las que versan sobre libros, bibliotecas llenas de magia o novelas emblemáticas. Me interesan también las adaptaciones al cine de obras literarias, aunque la mayoría de las veces me decepcionan, pero ese tema ya lo veremos a fondo en posteriores entradas.
Y me atraen sobre todo las que profundizan en la vida de algún escritor, antes incluso de convertirse en un autor conocido.
Hoy me gustaría inaugurar esta sección hablando de una película preciosa e íntimamente ligada al mundo literario, como es “Tierras de penumbra”.
No es una película con la que nos hayan deleitado muy a menudo en la programación televisiva. Es difícil pillarla, pero si alguna vez os encontráis frente a tamaña fortuna, os aconsejo no dejarla escapar. Yo incluso la compré en DVD, después de remover cielo y tierra para encontrarla.
La historia que se cuenta en ella es la vida del escritor británico Clive Staples Lewis, nacido a finales del siglo XIX y autor de “Las crónicas de Narnia”.
La película comienza en un momento de su madurez, cuando, acomodado en sus rutinas de soltero y profesor de literatura en la Universidad de Oxford, conoce a Joy Gresham, una poetisa estadounidense y admiradora suya que se anima a escribirle con la esperanza de entablar amistad con él. A la primera carta le siguen muchas más, y así siguen carteándose desde ambos lados del océano Atlántico hasta que deciden conocerse en persona.
De ahí surgirá una sólida amistad que derivará luego en algo más profundo, de modo que sus vidas se unan para siempre.

Su historia no está exenta de drama, pero a propósito de su tragedia personal, la película nos deja preciosas imágenes y enseñanzas. Al menos fue así para mí.
La atmósfera universitaria y literaria en que se mueve todo el film es una auténtica delicia: ritmo pausado, conversaciones profundas, paisajes de la campiña inglesa, estaciones de tren…
Para terminar de rematar el conjunto, Anthony Hopkins y Debra Winger son los actores encargados de dar vida a los protagonistas.
Lo dicho: una delicia.
Para todos los que nos sentimos atraídos hacia las historias de escritores y sus rutinas de vida y trabajo, esta película proporciona una buena dosis de ello. Y desde luego, ofrece todo lo que esperábamos ver: una vida tranquila que transcurre entre libros y conversaciones enjundiosas al calor del fuego, sólo interrumpida por largos paseos en medio de paisajes otoñales.

Como siempre que indagamos un poco en la vida real de algún escritor, llaman la atención los contrastes entre su mundo y su obra. Porque C.S. Lewis no pudo ser más serio y tradicional, más típico soltero maduro de principios del siglo XX. Y en cambio, su imaginación desbordante dio a luz los mundos oníricos de sus famosas obras dirigidas a un público infantil y juvenil, cosa imprevisible a más no poder.
Es curioso. Quizá debajo de las personalidades en apariencia más tímidas y apocadas se encuentren las mentes más libres e intrépidas, que no encuentran mejor forma de salir a la luz que por medio de la escritura.
Es lo que tiene ese noble oficio, que acerca pensamientos. Y gracias a ello, nos sentimos enormemente afines a personas tan dispares a nosotros en la vida real que difícilmente hubiéramos podido conocer esa coincidencia en nuestras reflexiones de no ser por la escritura.
Y después de conocer un poco mejor al autor, es inevitable que deseemos sumergirnos en su obra para sentirnos aún más cerca de él, ¿verdad?
¿He conseguido que os entren ganas de investigar? 😉