La rutina del escritor

La rutina del escritor

Hace un tiempo acudí a la presentación de un libro que tuvo lugar en Sevilla. El autor, que se encontraba en esa época promocionando su quinta novela, resultó ser, aparte de escritor, un orador increíble.

El caso es que allí estábamos todos los asistentes bien atentos a cada palabra que salía de su boca. Nos habló de cómo surgió la idea de la novela, de cómo entiende él los thrillers, de los consejos que había recibido de otros autores antes de lanzarse a escribir…

Y aunque obviamente estábamos interesados en la obra, cuando llegó el turno de preguntas me hizo gracia comprobar que allí lo que quería saber todo el mundo era cómo organiza su vida el escritor, cómo se enfrenta a la aventura de escribir una novela; cómo vive, respira y duerme.

El pobre tuvo que contestar a un interrogatorio en toda regla sobre sus hábitos de sueño, trabajo y rutina, y lo cierto es que lo hizo con una amabilidad y simpatía admirables que, dicho sea de paso, parecen ser un rasgo permanente de su carácter.

Pero lo que me lleva a mí a escribir esta entrada es mi reflexión sobre la fascinación que sentimos por la vida de los artistas y, en este caso, de los escritores. Nos atrae muchísimo saber cómo es la persona que se esconde detrás de una obra. Por supuesto, hablo de escritores consagrados. De los que aspiramos a ello nadie quiere saber nada, como es natural.

Sin embargo, del autor de las obras que nos han hecho soñar, queremos saber hasta la marca de cereales que toma para el desayuno.

¿Por qué nos fascina tanto este tema?

A raíz de este pensamiento, he dejado volar la imaginación y he visualizado lo apasionante que habría sido poder asistir a la presentación de un libro de los grandes autores ya desaparecidos.

Si estuvierais en esa situación, ¿qué preguntas haríais? ¿qué querríais saber?

A mí me encantaría conocer la rutina de trabajo de Jane Austen, de Agatha Christie, de León Tolstói, Tolkien, Dickens o Poe, o tirando a lo patrio, de Benito Pérez Galdós, Cervantes o Emilia Pardo Bazán. O me gustaría saber de dónde sacaron sus desquiciadas ideas las hermanas Brontë, teniendo en cuenta la vida sin sobresaltos que llevaban en realidad.

Y de los autores actuales también quiero saberlo todo. Quiero conocer todos los detalles de cualquiera que tenga el privilegio de poder vivir de escribir. Quiero saber cómo organiza su día, su vida, un año entero.

Recientemente he leído “Leviatán”, de Paul Auster, y teniendo en cuenta que está escrita de un modo casi autobiográfico, y que narra un fragmento de la vida de otro escritor amigo del autor, tuve la oportunidad de aprender mucho sobre estas cuestiones que tanto me interesan. Casi me atrapó más ese aspecto de la obra que el argumento en sí.

Igual que me ha ocurrido con “Suspense: cómo se escribe una novela de intriga”, de Patricia Highsmith. Me la he leído de una sentada y he disfrutado como una cría conociendo de primera mano cómo se gesta la idea de una novela superventas y cómo se vive la experiencia completa desde el lado del autor.

Supongo que no es tan rara esta fascinación que sentimos algunos por esos detalles. Me imagino que se asemeja a la que pueden experimentar otras personas hacia personajes ilustres dedicados a otros campos profesionales más afines a ellos. Como la vida de un astronauta para algún científico, o la vida de un inventor para una ingeniera.

Si me dejaran hacer una pregunta en esa situación soñada, ¿cuál sería? No es fácil decidirse sólo por una.

Si tuviera delante a Jane Webster, querría saber qué sintió cuando terminó de escribir la más deliciosa de sus novelas, “Papaíto Piernas Largas”. ¿Se dio cuenta, acaso, de que era una obra redonda que gustaría por igual a todas las generaciones? Si pudiera preguntarle a Salinger, me gustaría conocer qué pensamientos pasaron por su mente cuando “El guardián entre el centeno” se convirtió de la noche a la mañana en un éxito exorbitado, contra todo pronóstico. Si tuviera la oportunidad, le pediría a M.C. Beaton que me explicara su día a día después de haber alumbrado a un personaje tan fecundo como Agatha Raisin.

Sé que Delibes solía dar largos paseos diarios por el campo, que Murakami despeja su mente y su cuerpo con intensas sesiones de carrera por el monte cada mañana, o que Hemingway se tomaba la vida con muchísima calma, tan sólo preocupado por cumplir su pequeña meta diaria de escritura.

¿Pero qué sentían o sienten? ¿Cómo viven el proceso de la creación artística? ¿Qué efecto causa en ellos el poder gozar de tanta libertad en su existir?

Me encantaría saber cómo fue para tantos de ellos el saber que se podrían dedicar por entero a la preciosa profesión que habían elegido.

Quizá la realidad es más prosaica de lo que imaginamos, y la vida de un escritor no dista mucho de la de cualquier artesano consagrado a su oficio, o de la de otro profesional liberal. Pero yo creo que esa facultad de alejarse del mundanal ruido y poder perderse sin remordimientos por los vericuetos de la propia imaginación tiene que proporcionar una sensación de libertad difícil de superar.

Ay, quién pudiera…

2 comentarios

  1. Me pasa igual, Nuria. Me resulta super interesante conocer el ‘detrás de escena’ de los artistas en general, cantantes, locutores y demás… Es como espiar a través de una mirilla aquello que no se ve. Aunque debo confesar que también me pasa con la gente común que me cruzo en la calle, por ejemplo si voy al banco sentir curiosidad por el empleado que me atiende ¿Cómo será su vida? ¿Sus hobbies? ¿Será feliz? etc ¿Me pasará a mí sola? Jaja, espero que no…

    1. 😀 Ay, Clara, yo me pregunto también las cosas más peregrinas. Me pasa un poco como a ti. Supongo que somos gente observadora e imaginativa. A veces, si me fijo en la expresión de las personas que me cruzo por la calle, no puedo evitar pensar qué les habrá ocurrido instantes antes. Es que hay gente que parece especialmente triste o disgustada.

      En cuanto a los artistas, el interés por el «qué habrá detrás de su imagen perfecta» supongo que se debe a que ellos, más que nadie, tienen que proyectar una imagen atractiva y muy meditada que se han propuesto transmitir, y eso deja mucho misterio detrás. Mmm… Qué interesante. 😉

      ¡Gracias por tu comentario!

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