Proyectos para un año sabático

Proyectos para un año sabático

La vida pasa volando. Antes de que nos demos cuenta, habremos pasado de la etapa “qué me gustaría hacer en el futuro” a la etapa “qué me gustaría haber hecho”. Pero ambas se suceden sin un descanso entre ellas, sin un solo momento en el que pararnos a recapitular y a planificar el siguiente escalón.

Ya lo decía John Lennon: “La vida es eso que te pasa mientras estás haciendo otros planes”.

Sin embargo, hay personas que desde el primer momento en que toman las riendas de su existencia deciden que van a disfrutar de lo que se conoce como “un año sabático” y, ahora que tengo edad suficiente para empezar a plantearme “qué me gustaría haber hecho en mi vida”, yo misma lo pondría en el número uno de la lista de proyectos interesantes que emprender.

Un año sabático. Qué maravilloso regalo en la vida de cualquiera. Qué proyecto tan enriquecedor, ese paréntesis durante el que podemos dedicarnos a hacer algo completamente distinto a lo ya experimentado.

La buena noticia es que mientras hay vida hay esperanza. Los sueños no deberían abandonarnos jamás, porque vivir sin ilusión sólo es existir.

Así que, como buena soñadora que es una, últimamente me entretengo planificando en qué emplearía yo ese preciado regalo, si es que se me presentara la oportunidad (también es cierto que las oportunidades hay que crearlas).

El problema, por llamarlo de alguna manera, es que me sobran ideas y me falta tiempo. Y así, algunas de las disparatadas ocurrencias que van pasando por mi cabeza son las siguientes:

VIAJAR. POR ENCIMA DE TODAS LAS COSAS

Viajar y explorar el mundo. Conocer otras culturas, pero desde el punto de vista de un lugareño cualquiera. No me atrae ir de turista o marcarme un macro crucero que recorra las costas más cosmopolitas. A mí, lo que de verdad me gustaría, sería pasar temporadas largas en distintos lugares del planeta, poco turísticos, a ser posible. Comprar donde compra la población autóctona. Sumarme a sus rutinas, conocer sus historias de boca de ellos mismos.

O también coger un tren hacia un punto indeterminado y seguir improvisando desde allí. Con el mínimo equipaje, y deteniéndome en los lugares que más llamaran mi atención.

Por supuesto, me entretendría tomando notas sobre sensaciones, ambientes, lugares y personas, para luego plasmarlas en forma de historia en las doscientas novelas que pienso escribir.

Me encanta observar el mundo. Analizarlo, desgranarlo, desentrañar sus misterios. ¿Y qué es viajar sino eso mismo?

Así que ahí está el número uno de mi lista de “cosas a las que dedicar mi soñado año sabático”.

ESCRIBIR

También. Dedicarme solamente a sumergirme en un proyecto de escritura; en esa novela genial que sacudirá las emociones de todos y cada uno de los lectores que se acerquen a ella.

Qué maravilla, poder escribir sin tener que preocuparse de nada más… Por supuesto, me tomaría la licencia de elegir un sitio precioso al que retirarme durante ese año de intenso trabajo creativo. Sería como un viaje a un único lugar.

Un sueño, sin duda.

Ahora que lo pienso, lo ideal sería tomarme un año sabático para escribir justo después del año sabático para viajar, y así aprovecharía convenientemente lo aprendido.

Quizá voy a tener que replantearme mis objetivos…

EXPLORAR OTRO CAMPO PROFESIONAL.

Llevo tantos años planificando y construyendo mi futuro, tratando de que todo lo que haga tenga cierto sentido y coherencia, intentando crecer profesionalmente sobre los cimientos que he construido, que me agobia pensar que me puedo estar encasillando.

Soy alérgica a la especialización. Ea, ya lo he dicho.

Nos ha tocado vivir unos tiempos en los que especializarse parece el único camino posible para llegar a ser algo en la vida. Atrás quedó esa época en la que parecía sensato aprender a hacer un poco de todo. Hoy día, si no te especializas, estás muerto laboralmente.

Pero teniendo en cuenta que sólo vivimos una vez, ¿tiene sentido elegir un único camino y transitar por él sin tratar de averiguar adónde nos llevarían los que hemos descartado? Yo creo que no. Especializarse es atrofiarse en habilidades que dejamos pasar de largo, y eso a mí no me parece nada sensato.

Y además, ¿qué hay de la curiosidad? ¿No estaría bien explorar otros campos del saber? Otras habilidades, otros conocimientos y destrezas. ¿Y si me paso la vida siendo una abogada del montón pudiendo ser una compositora extraordinaria? Si no lo pruebo, nunca lo sabré. Y para eso, el año sabático es una oportunidad de oro.

LEER

Necesitaría mucha paz de espíritu para poder dedicarme a leer durante un año entero, sin que las preocupaciones por el futuro me volvieran loca. Pero bueno, como estamos fantaseando un poco, vamos a imaginar que se dan las circunstancias para poder centrarme única y exclusivamente en ponerme al día de todo lo que se ha escrito y merece la pena conocer.

Un año entero de profundo estudio de las letras. De lectura concienzuda y analítica.

Sería como un año de investigación, que suena más razonable que la imagen de tumbarse en la hamaca con una pila de libros al lado pendientes de ser devorados.

¿Cómo sería mi vida después de un año así? ¿Sería una persona nueva? Más culta, mejor conversadora, más creativa, más reflexiva… Y más leída, sin duda alguna.

Sería un experimento interesante para llevar a la práctica… ¿O no?

MONTAR UN NEGOCIO

En la misma línea que el objetivo de probar otro campo profesional, estaría el proyecto de montar un pequeño negocio.

Los actores son muy dados a llevar este tipo de vida. Su trayectoria profesional está compartimentada en pequeñas etapas durante las que experimentar con sendos proyectos independientes. A ellos les viene muy bien para acumular experiencias que les ayuden a meterse en la piel de los personajes más variopintos. Y por el camino, también es una forma de crear distintas fuentes de ingresos, por supuesto.

Pues bien, me atrevería a decir que todos, en algún momento, hemos pensado aquello de “si yo pusiera un negocio de tal cosa, me iría bien”.

Cierto es que un año no es tiempo suficiente para que un negocio alcance la madurez necesaria para mantenerse, pero quizá sí es suficiente para saber si deberíamos y/o nos interesaría profundizar en ello.

Montar un negocio pequeño nos puede enseñar muchísimas cosas sobre nosotros mismos y sobre la vida en general. En realidad, yo creo que todo el mundo debería probar a realizar una actividad autónoma en algún momento de su existencia. Es un aprendizaje brutal y ayuda a darnos perspectiva sobre la realidad que nos rodea.

Pero en cuanto a ambiciones, yo tengo las justas, así que me gustaría probar algo pequeño, algo artesanal, quizá, o uno de esos proyectos absolutamente ilusionantes que estuvieran totalmente identificados con mi filosofía de vida (= vida de pobre, ya lo veo venir).

O qué se yo, algo artístico, como una galería de arte.

Algo disparatado.

Total, sólo es un año. Mi año sabático.

APRENDER ALGO NUEVO. A FONDO

Siempre he sentido que mi vida ideal es la de estudiante. Me encanta ir a clases de cualquier materia, aprender cosas nuevas, desarrollar mis habilidades… y todo ello sin preocuparme de obtener un provecho económico.

Obviamente, la vida laboral no es eso. Y una vez que te introduces en el mundo profesional, ganar un sustento pasa a ser tu principal preocupación.

Pero sigo suspirando por una vida como eterna estudiante.

Por otro lado, cuando ya estás sumergida en la vorágine del mundo productivo, el tiempo que puedes dedicar a explorar otros campos se reduce drásticamente.

Ése es el motivo de que me planteara como posible objetivo para un año sabático, el dedicarlo por entero a adquirir una nueva destreza. Así, a tiempo completo. Sería una inversión magnífica, ¿no? Un año aprendiendo un idioma raro, o a tocar un instrumento, o a especializarme en un deporte, entrenándome a fondo. O qué sé yo: convirtiéndome en una experta en cualquier otro campo absolutamente virgen para mí.

Supongo que eso es algo así como cursar un máster, pero mi idea sería profundizar aún más. Vivir ese nuevo conocimiento las veinticuatro horas del día. Practicar todo el tiempo, ejercitarme, trabajar a ratos en algo relacionado, estudiar como una obsesa. ¿Cómo cambiaría mi vida después de un año así? También sería interesante saberlo.

CAMBIAR RADICALMENTE DE VIDA

Sólo durante un año. Elegir un lugar en el mapa y mudarme allí. Vivir una existencia sencilla, diferente, valiéndome de mis propios recursos para salir adelante. Enfrentándome a la vida como una Robinson Crusoe de la era digital.

Tener un huerto, arreglar una casita, integrarme en una pequeña comunidad y hacer nuevos amigos…

Tomarme un paréntesis para planificar mi futuro. Vivir una vida más natural y comprobar hasta dónde soy capaz de llegar yo sola, fuera de mi ambiente y de un camino a menudo trazado por los demás.

Como Vero, Verónica, la protagonista de “Lunas de naranja y chocolate”. Seguro que tú también te has planteado algo así en algún momento de tu vida. Sus dilemas son los mismos que nos acechan a la mayoría de nosotros. Sus inseguridades, sus dudas y sus sueños.

Y tú, ¿qué harías si pudieras tomarte un año sabático?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *